martes, 24 de junio de 2014

La importancia de la sacarosa

El consumo de una bebida o comida con sacarosa se ha asociado con una mejora de la agilidad mental, la memoria, la atención, la reducción del cansancio… etc. El cerebro necesita un consumo constante de glucosa desde el torrente sanguíneo; el cerebro adulto consume 140 gr al día de glucosa, cantidad que puede representar hasta el 50%  de los carbohidratos que se consumen. La adecuada nutrición del cerebro mantiene la integridad estructural y funcional de las neuronas. Se ha demostrado que en las enfermedades mentales como la esquizofrenia, depresión y demencia, hay deficiencias nutricionales a nivel celular.



El único inconveniente de la sacarosa es que al tratarse de un producto químicamente puro, sólo aporta energía y no aporta ningún otro tipo de nutriente.
Existe una estrecha relación entre el estado nutricional y el funcionamiento del sistema nervioso central, las grasas, y en particular las saturadas y las de configuración trans, influyen negativamente en la función cognitiva, al contrario que los glúcidos, simples y complejos.
La administración de soluciones orales de sacarosa son un tratamiento seguro y eficaz para combatir el dolor agudo que causan algunas manipulaciones clínicas, tanto en niños sanos como enfermos.
Las bebidas para deportistas que contienen azúcar, minerales y agua, evitan la deshidratación, la depleción de las reservas de glucógeno y retrasan la aparición del cansancio y la fatiga, ya que el azúcar supone, en primer lugar, un aporte directo de glucosa al músculo y esto alarga el tiempo de ejercicio.
La sacarosa cuando es incluida de forma equilibrada en la dieta, tiene importantes propiedades, ya que favorece el aporte rápido de glucosa al cerebro y al músculo, siendo un glúcido imprescindible para el desarrollo de las funciones cognitivas y de la actividad física. Para evitar una rápida elevación de la glucemia, que implicaría la formación y liberación de elevadas cantidades de insulina, el resto de la glucosa necesaria debe ser aportada por el almidón, el organismo no diferencia, metabólicamente, la glucosa que viene del almidón de la que procede de la sacarosa. Lo verdaderamente importante sería evitar situaciones mantenidas de hiperglucemia, que serían responsables de la glicosilación de proteínas, entre otros efectos indeseables.




Lo importante es el seguimiento de una dieta equilibrada y variada, tanto para la salud de forma general como para alcanzar una mejor y mayor longevidad.

sábado, 21 de junio de 2014

Nutrientes y Sistema Nervioso

Las células nerviosas que constituyen el sistema nervioso son las encargadas de realizar diversas funciones, desde regular la digestión hasta controlar el latido del corazón.
Para realizar todas estas funciones nuestro sistema nervioso requiere energía, el 20% de la energía que necesita la saca de la alimentación.

Para nuestro sistema nervioso es importantísimo el consumo de carbohidratos ya que principalmente se alimenta de glucosa y oxígeno. Además necesita vitaminas del grupo A y B, vitamina E, oligoelementos, ácidos grasos y minerales.
Las vitaminas A, C y E son las encargadas de combatir la formación de radicales libres. El consumo de zanahoria, melón, brócoli, espinacas y coles de Bruselas nos aportan vitamina A. En los cítricos, los pimientos y tomate nos encontraremos la vitamina C, y el consumo de frutos secos y aceites vegetales no aportan la vitamina E. 
Los lacteos, la carne, los cereales, las judías verdes nos van a aportar vitaminas del grupo B, que son las encargadas de fortalecer el sistema nervioso central.

Minerales como el calcio, el potasio y el magnesio estimulan la reacción orgánica frente a las hormonas que el cuerpo segrega como respuesta al estrés y tienen propiedades relajantes regulando el ritmo cardiáco. Estos minerales los encontramos en las frutas, verduras, cereales, carne, frutos secos y semillas.
Hay alimentos que ayudan al buen funcionamiento de las células nerviosas y colaboran a mantener al organismo relajado. Por el contrario hay otros que favorecen la irritabilidad.
El plátano, las almendras, el germen de trigo y las semillas de girasol son de los alimentos que favorecen la relajación.
Una alimentación deficiente puede provocar diversos trastornos.

La deficiencia de hierro puede provocar una disfunción en la memoria y falta de capacidad de concentración. La deficiencia de magnesio puede provocar irritabilidad. La deficiencia de vitaminas provoca depresión. La falta de vitamina B12 altera el sistema nervioso. La deficiencia de piridoxina causa irritabilidad y depresión. 

La Alimentación en enfermedades del Sistema Nervioso

Cefalea y migraña.

Los dolores de cabeza es uno de los motivos de consulta más frecuentes, la mayor parte de las ocasiones es un trastorno benigno. Pueden tener un origen vascular o bien se puede deber a problemas tensiónales por contractura muscular. Este tipo de dolores de cabeza representan un 95%  y son las cefaleas primarias. Hay otro 5% que se debe a lesiones estructurales del cerebro, como hematomas, tumores o enfermedades metabólicas, se denominan cefaleas secundarias.




Existen diversos factores alimenticios que pueden producir un brote de migrañas y cefaleas.
 La disminución de azúcar en la sangre. Después de la ingesta de alcohol puede provocar también su aparición. La utilización de condimentos y conservantes, como los nitritos pueden desencadenar la aparición de cefaleas, el glutamato que puede provocar sensación de opresión en el pecho, mareos, molestias de estómago.
El consumo habitual de café puede ser causa de cefalea en algunas personas debido a la cafeína. Los quesos debido a su contenido en tiramina.
Los tratamientos para mitigar las cefaleas consisten en evitar los factores que provocan los brotes, como la nicotina, situaciones de estrés y factores relacionados  con la alimentación.
Es primordial para prevenir la aparición de la cefaleas y migrañas seguir pautas regulares de vida, la práctica deportiva, el descanso nocturno regular etc.

  
Enfermedad de Parkinson

La enfermedad de Parkinson es una enfermedad neurológica degenerativa y progresiva. Es debida a la degeneración y muerte de las neuronas de una zona del cerebro llamada sustancia negra, ésta produce una la dopamina que es esencial para que los movimientos se realicen de forma ágil, efectiva y armónica.

El temblor en reposo, la rigidez muscular, la lentitud y la poca amplitud de los movimientos voluntarios, los trastornos del equilibrio postural, que generan alteraciones de la marcha y caídas al suelo, son síntomas característicos de la enfermedad de Parkinson.



Una dieta basada en abundantes frutas y verduras, rica en legumbres, cereales y frutos secos, pescado, va a disminuir el riesgo de padecer esta enfermedad. Por el contrario la grasa saturada incrementa el riesgo de padecer el Parkinson.  La vitamina B6 actúa como protectora frente a la aparición de esta enfermedad.
En la enfermedad de Parkinson aparecen comportamientos nutricionales negativos. La mala nutrición se debe, entre otros factores a la incapacidad del paciente para coordinar movimientos.  Se producen alteraciones en la salivación y en la masticación. En muchas ocasiones la aparición de depresiones contribuye una mala alimentación. En fases avanzadas de la enfermedad aparece disfagia.
Subsanar estos malos hábitos alimenticios no es tarea fácil, primeramente se actuara farmacológicamente, pautando levodopa y luego recomendando unas sencillas pautas nutricionales.
Tener en cuenta las preferencias alimenticias del enfermo, cuidar la presentación de los platos y utilizar alimentos con texturas suaves y homogéneas.
Debemos de asegurarnos una ingesta de proteínas adecuadas, tanto de origen animal como vegetal.  La ingesta de líquidos ha de ser abundante y también tomar alimentos ricos en fibra evitando los alimentos astringentes. Tener un horario regular de comidas y evitar las distracciones durante la misma. Cuidar la temperatura de los alimentos. Masticar lentamente e ingerir cantidades pequeñas de alimento de una sola vez.


LA EPILEPSIA

Esta enfermedad crónica caracterizada por crisis convulsivas, que se repiten de periódica pero son transitorias y su aparición es impredecible. Cada convulsión es una descarga eléctrica de un grupo de neuronas cerebrales. Las convulsiones se forman en la corteza cerebral y dependiendo de la zona, las manifestaciones clínicas son diferentes.
Las funciones vitales como es la respiración o el latido cardíaco pueden detenerse, como consecuencia de la descarga eléctrica de todo el cerebro, pero esto sólo ocurre durante unos segundos y no produce ningún deterioro físico. Sólo en casos excepcionales producir una interrupción sostenida de la respiración o de la actividad cardíaca y causar la muerte.
Se desconoce las causas que puedan desencadenar la epilepsia, pero si existen factores que pueden desencadenar crisis en los pacientes ya epilépticos y algunos están relacionados con nutrición:

- Falta de sueño
-Intoxicación alcohólica aguda
-Dejar de tomar alcohol en personas habituadas a ingerir cantidades importantes de alcohol
-Hipoglucemias
-Menstruación
-Fármacos como los antidepresivos tricíclicos, los neurolépticos y otros
-Fiebre
-Estados de estrés emocional
-No toma de la medicación antiepiléptica

Recomendaciones para prevenir las crisis de epilepsia:

                -Prohibido el consumo de alcohol.
                -No está contraindicado el uso de excitantes como el té o el café.
  
  
Demencia y enfermedad de Alzheimer

La demencia es una enfermedad neurológica que afecta a la función cognitiva del cerebro. El cerebro, a parte del envejecimiento fisiológico normal, sufre un proceso de deterioro cuya magnitud varía de unos individuos a otros. Este deterioro afecta a las funciones mentales superiores como la memoria, el pensamiento, el razonamiento o el habla, por lo que afecta de manera importante a la capacidad de realizar actividades habituales.




El tipo de demencia más frecuente es el Alzheimer, aunque existen otros. Esta demencia se manifiesta más habitualmente a partir de los 65 años aunque cualquier persona mayor de 45 está expuesta a ello.
El origen de esta enfermedad es desconocido, aunque influyen multitud de factores, genética, ambiental, viral, inflamatoria… etc.
El consumo elevado de grasa total y de grasa saturada influyen en el desarrollo del Alzheimer, mientras que el consumo de pescado azul retrasa el desarrollo de la enfermedad.
Esta demencia, aunque varia de unos pacientes a otros, comienza con la pérdida de memoria reciente y de atención, seguidamente comienzan los problemas del lenguaje. Cambios de humor, irritabilidad, cambios de estado de ánimo y la disminución de la sociabilidad son otros síntomas que acompañan el desarrollo de esta enfermedad.
Al desarrollarse la enfermedad se van agudizando las dificultades para realizar las actividades cotidianas, terminara necesitando ayuda para comer, vestirse, lavarse… etc.
El deterioro cognitivo hace que el paciente tenga dificultades para llevar a cabo actividades de la vida cotidiana, como lavarse, vestir, comer… etc. En estadios avanzados, el paciente llega a dejar de controlar hasta las necesidades fisiológicas más básicas, y llega a una total desconexión con el entorno que le rodea.
Desde el punto de vista nutricional si se pueden realizar grandes ayudas a estos pacientes. Las demencias, en general, producen alteraciones muy negativas en el estado nutricional del paciente.
En los pacientes con Alzheimer el aporte nutricional será insuficiente, por lo que va a existir un mayor riesgo de infecciones y úlceras en la piel. Esta malnutrición se debe fundamentalmente a la pérdida del apetito, la distracción u olvido, la dificultad en la masticación la hiperactividad, los movimientos involuntarios de la boca, la incapacidad para comer por sí mismo, la disminución de la salivación.
Las pautas nutricionales a adoptar serán muy importantes, realizar comidas frecuentes y poco abundantes, utilizar la máxima variedad de alimentos, asegurar la alta ingesta de proteínas tanto de origen vegetal como animal, hidratos de carbono aunque evitando el exceso de los azúcares simples. Las grasas son vehículo de vitaminas liposolubles y ácidos grasos esenciales. Deberemos aumentar el aporte de grasas insaturadas y poliinsaturadas, disminuyendo las saturadas.




Las hortalizas, frutas y verduras frescas nos van a aportar vitaminas y minerales.
Incluir en la dieta habitual pescados azules, ricos en grasa poliinsaturada.
La ingesta de líquido es muy importante aunque el paciente no tenga sensación de sed.

Aumentar la ingesta de alimentos ricos en fibra y evitar alimentos astringentes. Evitar quesos de consistencia pastosa, carnes fibrosas, frutos secos enteros, dulces que se peguen al paladar, retirar las espinas del pescado.
Preparar alimentos que puedan comerse con las manos sin la ayuda de utensilios.
Evitar la ingesta de bebidas alcohólicas.


Fuente: Dr. José Félix Meco. Especialista en Medicina Interna - http://www.mapfre.es/salud/es/cinformativo/nutricion-cefalea.shtml

jueves, 19 de junio de 2014

Nutrición y Salud Mental - Algunos apuntes sobre la evidencia científica actual

Los trastornos psiquiátricos suponen un funcionamiento alterado del cerebro o del sistema nervioso que puede producir alteraciones de la percepción y las respuestas al exterior. Hay de 450 millones de personas con problemas mentales, neurológicos o conductuales en el mundo (OMS, 2010). Una de cada cuatro personas sufrirá algún tipo de enfermedad mental a lo largo de su vida.

Una de las contribuciones más importantes de la nutrición a la salud mental es el mantenimiento de la estructura y función de las neuronas y los centros encefálicos que coordinan la comunicación dentro del organismo y entre organismo y entorno.

A.      Ácidos grasos omega-3

Los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 son los ácidos grasos preferidos por el cerebro y el sistema nervioso. Desde la fecundación hasta la madurez, el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA), dos ácidos grasos omega-3, contribuyen de forma exclusiva, importante e irremplazable al funcionamiento global del encéfalo y el sistema nervioso. La investigación clínica ha demostrado efectos eficaces y prometedores de EPA y DHA en varios trastornos psiquiátricos.



El ácido alfa-linolénico (AAL), otra grasa omega-3 con una cadena de 18 carbonos y 3 dobles enlaces, está presente en el aceite de algunas semillas (como linaza o girasol) y ciertos frutos secos (las nueces son la mejor fuente). El ácido eicosapentaenoico (EPA) es un ácido graso omega-3 de 20 carbonos con 5 dobles enlaces, y el ácido docosahexaenoico (DHA) es un ácido graso de 22 carbonos con 6 dobles enlaces. Ambos están presentes en pescados grasos y marisco.

a.       Factores de conversión

El AAL sirve como precursor de EPA y DHA. La investigación ha demostrado que la conversión del AAL en EPA y DHA es escasa en las personas: la conversión del AAL en EPA es del 5-10%, aproximadamente, y en DHA es incluso menor (<3%). El estado de salud y otros factores nutricionales parecen influir en las tasas de conversión. También hay variantes genéticas en la conversión y estudios recientes apuntan a posibles diferencias en las tasas de conversión  entre vegetarianos y carnívoros. Las personas con trastornos mentales a menudo presentan alteraciones de la ingesta nutricional o los hábitos alimenticios. La mayoría de los expertos en nutrición y salud mental no recomiendan confiar en el AAL como fuente de EPA o DHA.

b.      Ácidos grasos omega-3, omega-6 y salud mental

El EPA funciona en equilibrio con el ácido araquidónico (ARA), un ácido graso omega-6 de 20 carbonos con 4 dobles enlaces. ARA y EPA son eicosanoides, es decir, precursores de prostaglandinas, tromboxanos y leucotrienos, que están implicados en la inflamación, vasoconstricción y múltiples regulaciones metabólicas. Aunque los mecanismos específicos no están claros, la investigación clínica ha demostrado la importancia de una ingesta suficiente de EPA para la salud mental general y, en concreto, para el soporte nutricional en problemas como depresión, ideas de suicidio y homicidio. En general, el EPA funciona mejor cuando se ingiere junto al DHA. También están presentes juntos de forma natural en los alimentos.
El DHA es el preferido y almacenado selectivamente por las células del cerebro y nervios. De forma similar al EPA, el DHA participa en la regulación metabólica. El crecimiento, desarrollo y la maduración cerebrales normales requieren DHA. También está implicado en la neurotransmisión (comunicación entre células cerebrales), mensajes mediante lípidos, expresión genética y síntesis de membranas celulares. El DHA también proporciona elementos estructurales vitales: está concentrado en los fosfolípidos de las membranas celulares del encéfalo.

c.       Primacía de la dieta

Auqneu pescados grasos de aguas profundas, como salmón y atún, contienen más EPA y DHA por ración, todos los pescados y mariscos contienen omega-3 en cantidades variables. Las sardinas, por ejemplo, son una opción excelente. La inclusión de pescado en la dieta tiene más beneficios: el pescado aporta proteínas magras y oligoelementos minerales, y puede reemplazar a otros alimentos menos nutritivos. Sin embargo, el pescado blanco utilizado en los filetes de pescado procesados tiene menos omega-3 y, si además se empana y fríe, la contribución calórica de los omega-3 puede ser menor.

d.      Gestación y lactancia

Los expertos recomiendan que las mujeres embarazadas consuman como mínimo 200-300 mg de DHA durante la gestación para un correcto desarrollo del bebé.
Hasta el 10% de las mujeres gestantes sufren depresión, y la búsqueda de alternativas a los fármacos genera un interés considerable. Se han realizado varios estudios piloto con EPA y DHA de aceite de pescado en mujeres embarazadas deprimidas y mujeres con depresión posparto. Un estudio de intervalos de dosis encontró mejorías medibles en mujeres que consumían sólo 500 mg de DHA y EPA combinados. Los expertos también han indicado recientemente que quizás sea necesaria una ingesta diaria de 900 mg de DHA durante la gestación para cubrir las necesidades de madre e hijo. Un estudio de referencia que siguió a más de 9000 gestantes y a sus hijos durante 8 años describió menor cociente intelectual y desarrollo social en los hijos de aquellas mujeres que consumían menos de 340 g de pescado a la semana durante la gestación. En otras palabras, los hijos de aquellas mujeres que consumían pescado dos o más veces por semana salían mejor parados mental y emocionalmente durante la infancia.

e.      Niños

La depresión está aumentando en niños. Los escasos estudios clínicos realizados en niños con depresión han mostrado beneficios significativos de los suplementos de aceite de pescado con EPA y DHA. Al mismo tiempo, los pocos estudios que miden el consumo de EPA y DHA en niños describen ingestas escasas, de promedio.

f.        Adultos

Según la OMS, la depresión mayor es la primera causa de discapacidad en el mundo. La depresión es un problema de salud mental. Investigaciones epidemiológicas has identificado asociaciones entre menor consumo de pescado y marisco y mayores tasas de depresión en todo el mundo (en el siguiente gráfico se pueden ver los datos). 



Se han realizado docenas de estudios clínicos con suplementos de EPA y DHA para la depresión, y sus resultados han sido variables, aunque generalmente positivos. Incluso, se han asociado mayores tasas de homicidios con menor consumo de pescado y marisco. Este hallazgo suscitó un artículo en New York Times titulado “¿Comer salmón disminuye los asesinatos?” Cuando se administraron los omega-3 EPA y DHA, junto con multivitaminas, a prisioneros, las conductas antisociales, violencia incluida, se redujeron significativamente, comparados con aquellos que recibieron placebo. En otro estudio, en adolescentes que habían intentado suicidarse anteriormente realizaron menos intentos de suicidio cuando se les administró EPA y DHA.

g.       Personas mayores

Los ácido grasos omega-3 también se consideran importantes para el mantenimiento de las funciones cognitivas en el envejecimiento. Las investigaciones indican que las personas que consumen más pescado y marisco a lo largo de su vida tienen mejor funcionamiento cognitivo cuando envejecen. Concentraciones sanguíneas más altas de DHA se han asociado con mejor funcionamiento cognitivo en adultos de mediana edad. Algunos estudios han demostrado que el consumo de pescado o suplementos de EPA y DHA con omega-3 mejora la cognición (por ejemplo, retrasa el deterioro cognitivo) y el inicio de la demencia, pero no todos los estudios logran resultados positivos y siguen quedando dudas, como la influencia genética en los factores de riesgo del inicio de las dificultades cognitivas. Los investigadores se preguntam si los omega-3 EPA y DHA tienen mayores efectos en la prevención o en la intervención en salud mental.



B.      Vitamina D

La vitamina D afecta a ciertos genes en el organismo humano y está reconocida como un nutriente importante para la salud cerebral, además de la salud ósea y esquelética. Investigaciones clínicas han asociado la deficiencia de vitamina D con presencia de trastornos afectivos, ciertos aspectos de trastornos cognitivos y también aumento del riesgo de depresión mayor y menor en personas mayores.

C.      Vitaminas del complejo B

Las vitaminas del complejo B son conocidas por su efecto sobre la salud neurológica y cerebral, y es importante que las personas con trastornos psiquiátricos consuman una cantidad suficiente. Estudios recientes con personas han identificado alteraciones genéticas que afectan a la producción y función de serotonina, dopamina y otros neurotransmisores.

D.      Sustancias fitoquímicas

Investigaciones recientes indican que los alimentos de origen vegetal ricos en sustancias químicas bioactivas, las sustancias fitoquímicas, son importantes colaboradores nutricionales y bioquímicos para el funcionamiento cerebral normal y la salud mental. Alimentos como bayas, cítricos, té verde y algunas especias contienen sustancias fitoquímicas, así como vitaminas y minerales esenciales. Las sustancias fitoquímicas más prometedoras son tres subgrupos de los flavonoides: flavanoles, antocianinas y flavanonas. Estas sustancias fitoquímicas tienen actividad antioxidante, pero su función más importante podría ser la protección y el mantenimiento de la estructura y el metabolismo de las células cerebrales mediante una compleja cascada de mecanismos celulares, incluidos señales, transcripción, fosforilación y expresión génica.




Hay indicios de que otros alimentos de origen vegetal tienen efectos nutricionales y posiblemente también farmacológicos sobre el cerebro, pero aún no se han dilucidado los mecanismos. Estos alimentos parecen influir en la salud cerebral gracias a efectos antioxidantes, inflamatorios y nutrigenómicos, y podrían existir más mecanismos. Ejemplos de estos alimentos son cebolla, jengibre, cúrcuma, orégano, salvia, romero y ajo. Esta es un área de investigación muy atrayente en el siglo XXI. 

Vitamina B12 y Sistema Nervioso: tanto por tan poco

Los llamados estados carenciales pueden tener graves repercusiones en nuestra salud. Un gran ejemplo de ello es la carencia de esta vitamina, la B12 o cianocobalamina, fundamental para el correcto funcionamiento del sistema nervioso y básica en el proceso de “construcción” de los eritrocitos o glóbulos rojos.

Una breve reseña histórica:

La vitamina B12 tiene un largo recorrido en la historia de la ciencia; en 1820 ya se describió una anemia letal (por eso se la llamó perniciosa) pero no fue hasta 1926 cuando Minot y Murphy demostraron que la enfermedad se podía curar ingiriendo grandes cantidades de hígado. Este descubrimiento les valió el Premio Nobel. El principio activo presente en el hígado que curaba esa anemia no se aisló hasta 1948 por un grupo de investigación de Merck en EEUU y, finalmente, Hodgkin describió su estructura química y esto también le supuso el Nobel. Hoy día se sigue investigando su papel en el metabolismo y siguen publicándose nuevos descubrimientos.

Dónde se encuentra:

La vitamina B12 es producida sólo por microorganismos. Los vegetales ni la necesitan ni la contienen. Por tanto, las fuentes alimentarias son productos animales, desde las de alto contenido como hígado y riñón, las de contenido medio como yema de huevo, almejas, ostras, sardinas, cangrejo, hasta las de contenido bajo como las carnes en general, el huevo entero, el queso, la leche y diversos pescados.
Las ingestas recomendadas en España son 2 μg/día para niños y niñas a partir de 9 años y adultos. Aumenta a 2,2 μg/día para embarazadas y a 2,6 μg/día durante la lactancia. Las recomendaciones americanas para embarazadas y lactantes es incluso ligeramente superior a las españolas. 



Su metabolismo:

Para su absorción se necesita que participen el estómago, el páncreas y el íleon terminal.
El estómago aporta la acidez y las enzimas necesarias para liberar la vitamina de su fuerte unión a las proteínas alimentarias. Posteriormente en las células parietales gástricas, la B12 se une a una proteína de origen salival y gástrico, llamada factor intrínseco. El páncreas, con la producción de tripsina y bicarbonato, facilita su absorción, que ocurre en el íleon terminal, para finalmente llegar al hígado, donde se almacena.
Desempeña una función importante en la síntesis del ADN de nuevas células (los glóbulos rojos entre otras) y en la formación de colina y fosfolípidos de la mielina (recubierta aislante de las neuronas).

Signos y síntomas del déficit de B12:

El déficit persistente de vitamina B12 puede causar una encefalopatía lenta e insidiosa que suele comenzar con síntomas depresivos, fatiga, déficit de atención y concentración, que puede evolucionar a estados confusionales con alucinaciones. Es un diagnóstico diferencial obligado ante una sospecha de demencia, ya que se trata de una causa potencialmente tratable de deterioro cognitivo.
Paralelamente a la encefalopatía pueden aparecer datos de afectación medular, con trastorno de la marcha y debilidad de extremidades con espasticidad que recibe el nombre de “degeneración combinada subaguda” de la médula.
En un alto porcentaje de pacientes se encuentra en las pruebas electrofisiológicas datos de lesión nerviosa periférica en forma de neuropatía sensitiva y que clínicamente se traduce en parestesias (hormigueos), hipoestesia (adormecimiento) y calambres de las extremidades.



La anemia perniciosa o anemia megalobástica se produce al quedar “interrumpida” la cadena de formación de los eritrocitos o glóbulos rojos en la médula ósea, por la dificultad para sintetizar el DNA para la proliferación de las células precursoras. Se producen entonces células de gran tamaño con mayor cantidad de hemoglobina de las normales.
Recientemente se ha asociado a la vitamina B12 con el progreso de aterosclerosis ya que niveles aumentados de homocisteína (aminoácido cuyo contenido en sangre disminuye por interacción de la vitamina B12 y el ácido fólico) constituyen un evidente factor de riesgo en el proceso aterosclerótico.

Causas del déficit de vitamina B12:

-          Ingesta disminuida: malnutrición, alcoholismo, anorexia, dietas vegetarianas estrictas.
-   Alteraciones gástricas: Cirugía previa (gastrectomía), presencia de anticuerpos anticélulas parietales o antifactor intrínseco.
-          Alteraciones intestinales: malabsorción o enteritis, cirugías intestinales, secreción pancreática disminuida.
-          Errores congénitos
-          Interacciones farmacológicas: omeprazol, colchicina, antiepiépticos.
-          Requerimientos aumentados: embarazo y crecimiento.

¿Cómo se diagnostica?:

Ante la sospecha clínica de un déficit de B12 deben realizarse las siguientes pruebas:
-Determinación de niveles de B12 en suero: se considera normal a partir de 250 pg/mL aunque se debe prestar especial atención a los pacientes con tasa entre 250 y 350 pg/mL.
-Elevación de homocisteína y ácido metilmalónico como dato indirecto del déficit de B12
-Hemograma: la anemia perniciosa se caracteriza por cifras de Hemoglobina < 12 g/dL con cifras elevadas de volumen corpuscular medio y de hemoglobina corpuscular media.
-Detección de anticuerpos anticélula parietal gástrica y antifactor intrínseco.

¿Cómo se trata?:

El déficit de B12 es una patología tratable aunque el grado de recuperación depende del tiempo de evolución y de la intensidad de los síntomas y puede no ser completa.

El tratamiento farmacológico es con inyecciones de B12 i.m. (1000 μg) en diferentes pautas (generalmente 1/semana durante 1 mes y posteriormente 1 inyección mensual). La presencia de anticuerpos obliga a un tratamiento intramuscular indefinido. En el resto de casos, la detección de la causa desencadenante, la intervención dietética y el cambio de hábitos de alimentación puede ser suficiente.

martes, 17 de junio de 2014

Influencia de la nutrición en la estructura y la función del sistema nervioso

El desarrollo del sistema nervioso es un proceso complejo en el que participan numerosos nutrientes esenciales. Debido a su importancia y a sus principales características, el sistema nervioso tiene una prioridad en la utilización de los nutrientes; sin embargo, y a pesar de ello, es un sistema muy sensible e, incluso, deficiencias leves son capaces de inducir alteraciones en su desarrollo o en su funcionamiento. A continuación describo someramente la relación de algunos macronutrientes con el sistema nervioso.

-          Dieta saludable

Existen varios estudios que relacionan la denominada “dieta saludable” con el mantenimiento de una adecuada función cognitiva, tanto en individuos jóvenes como en ancianos. Se ha podido observar que la ingesta de un desayuno adecuado mejora las aptitudes verbales y la capacidad lógica de razonar y de resolver pruebas matemáticas en escolares. Esta relación se extiende también a otros hábitos de vida, como la práctica de ejercicio físico, el abandono del tabaco y otros tóxicos.
El ayuno o la realización de dietas hipocalóricas se asocia en general con cambios en el humor, en el estado de alerta y en la capacidad cognitiva.

-          Hidratos de carbono

La glucosa es el sustrato energético fundamental de las neuronas. El cerebro, que representa aproximadamente el 2% del peso corporal en el adulto, consume el 20% de la energía ingerida. Este órgano, especialmente la corteza frontal, es extraordinariamente sensible a la hipoglucemia.
Varios estudios han relacionado la calidad nutricional del desayuno con la capacidad cognitiva, especialmente en niños y adultos jóvenes. Se ha observado también que los individuos que presentan un pobre control de la glucemia muestran alteración en ciertas capacidades intelectuales y en el electroencefalograma.
El índice glucémico de los alimentos también resulta importante. Las fluctuaciones en los niveles de glucemia que provocan los alimentos con elevado índice glucémico se asocian con irritabilidad y dificultad de concentración.

-          Proteínas y aminoácidos

Los aminoácidos, además de ser precursores de la síntesis de proteínas, participan activamente en la producción de otras moléculas con actividad biológica, incluidos los neurotransmisores. La desnutrición proteica, especialmente cuando afecta a niños, origina una alteración del desarrollo cerebral.
Los niveles de triptófano en el sistema nervioso central y su conversión en serotonina dependen de las concentraciones plasmáticas de triptófano. Existe una competición entre los distintos aminoácidos en el paso a través de la barrera hematoencefálica. La modificación del perfil plasmático de los aminoácidos, motivado por la dieta, podría pues causar alteraciones en la función monoaminérgica cerebral y ello podría contribuir, entre otras manifestaciones psicosociales, a la precipitación y a la recuperación de la depresión.


Estos nutrientes actuarían a partir de una clara producción de neurotransmisores. Tal sería el caso del triptófano (precursor de la serotonina), de la lecitina (precursor de la colina y de la acetilcolina) y de la tirosina (precursor de la dopamina). También dietas ricas en hidratos de carbono aumentan la disponibilidad de triptófano para entrar en el cerebro e incrementar los niveles del neurotransmisor serotonina. Estudios en seres humanos han constatado una relación entre los niveles de un metabolito de la serotonina en el líquido cefalorraquídeo y distintas formas de agresividad.


En la encefalopatía hepática, el aumento de aminoácidos aromáticos (metabolizados fundamentalmente por el hígado) y el descenso de aminoácidos de cadena ramificada (que se metabolizan fundamentalmente en el músculo), patrón de aminograma característico de estos pacientes, puede ser responsable de la síntesis de falsos neurotransmisores, responsables en parte de los síntomas neurológicos. Una dieta modificada con un perfil de aminoácidos que corrija estas alteraciones puede resultar de utilidad en la encefalopatía hepática aguda grave o crónica.
La intolerancia a ciertas proteínas de la dieta puede originar síntomas neurológicos, que son frecuentes, por ejemplo, en la enfermedad celíaca. Estudios recientes relacionan el aumento con intolerancia al gluten y a la caseína.

-          Ácidos grasos y colesterol

El sistema nervioso es el segundo órgano (después del tejido adiposo) en cuanto a contenido en lípidos. Éstos, a diferencia de lo que ocurre en el tejido adiposo, no ejercen la función de almacén de energía sino que participan activamente en su estructura y en los distintos procesos metabólicos. Los componentes lipídicos (fosfolípidos y colesterol) forman parte de las membranas celulares, y su cantidad relativa, así como su composición, pueden afectar a la fluidez de las membranas y la funcionalidad celular. Los eicosanoides derivados de los ácidos grasos poliinsaturados participan, entre otros mecanismos, en la regulación del crecimiento y la diferenciación celular y en la modulación de citoquinas. Además, modulan la expresión de genes relacionados con la plasticidad sináptica, las relaciones entre la membrana y el citoesqueleto, la transducción de señales y los canales iónicos y la regulación del metabolismo energético y proteico. Todo ello puede tener implicaciones en el funcionamiento del sistema nervioso.
En el sistema nervioso, aproximadamente una tercera parte de los ácidos grasos son poliinsaturados y dependen fundamentalmente de la dieta. Se conoce desde hace años que la deficiencia experimental de ácidos grasos esenciales origina alteraciones en la diferenciación de diferentes tipos celulares como neuronas, astrocitos o mielina. Los ácidos grasos de la serie omega-3 se comportan como neuroprotectores, y son capaces de prevenir la apoptosis neuronal frente a isquemia y otras noxas.
El período neonatal es especialmente sensible al aporte de ácidos grasos en la dieta. La suplementación de una fórmula infantil con ácidos grasos poliinsaturados  de cadena larga se asocia con una mejor capacidad cognitiva y de aprendizaje en los niños. La retina es uno de los tejidos más ricos en ricos en ácidos grasos omega-3 y la suplementación de la dieta con este tipo de ácidos grasos es capaz de mejorar la función visual. También participan en la función auditiva y de otros órganos de los sentidos.
En los últimos años se está estudiando el papel de los ácidos grasos omega-3 de la dieta en la prevención y el tratamiento de diversas enfermedades neurológicas y psiquiátricas, así como en la prevención del deterioro cognitivo asociado a la edad. Incluyen situaciones clínicas como la depresión postparto, la depresión, el síndrome premenstrual, la esquizofrenia o los comportamientos agresivos.


Durante el envejecimiento un exceso de ácidos grasos de la serie omega-6 se correlaciona con un mayor deterioro cognitivo, mientras que ocurre lo contrario para los ácidos grasos omega-3. Una dieta enriquecida en ácido docosahexaenoico puede revertir algunas deficiencias asociadas a la edad.
Los ácidos grasos de la serie omega-9 participan también en la estructura y la función del sistema nervioso, fundamentalmente el ácido oleico y los ácidos grasos de cadena más larga, como el ácido nervónico, que se encuentra en la mielina.

Por último, se está prestando una atención especial al efecto del colesterol en la génesis de algunas enfermedades. Fármacos como las estatinas, que disminuyen la síntesis endógena de colesterol, también disminuyen la síntesis y el depósito de beta-amiloide en la enfermedad de Alzheimer.