jueves, 19 de junio de 2014

Nutrición y Salud Mental - Algunos apuntes sobre la evidencia científica actual

Los trastornos psiquiátricos suponen un funcionamiento alterado del cerebro o del sistema nervioso que puede producir alteraciones de la percepción y las respuestas al exterior. Hay de 450 millones de personas con problemas mentales, neurológicos o conductuales en el mundo (OMS, 2010). Una de cada cuatro personas sufrirá algún tipo de enfermedad mental a lo largo de su vida.

Una de las contribuciones más importantes de la nutrición a la salud mental es el mantenimiento de la estructura y función de las neuronas y los centros encefálicos que coordinan la comunicación dentro del organismo y entre organismo y entorno.

A.      Ácidos grasos omega-3

Los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 son los ácidos grasos preferidos por el cerebro y el sistema nervioso. Desde la fecundación hasta la madurez, el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA), dos ácidos grasos omega-3, contribuyen de forma exclusiva, importante e irremplazable al funcionamiento global del encéfalo y el sistema nervioso. La investigación clínica ha demostrado efectos eficaces y prometedores de EPA y DHA en varios trastornos psiquiátricos.



El ácido alfa-linolénico (AAL), otra grasa omega-3 con una cadena de 18 carbonos y 3 dobles enlaces, está presente en el aceite de algunas semillas (como linaza o girasol) y ciertos frutos secos (las nueces son la mejor fuente). El ácido eicosapentaenoico (EPA) es un ácido graso omega-3 de 20 carbonos con 5 dobles enlaces, y el ácido docosahexaenoico (DHA) es un ácido graso de 22 carbonos con 6 dobles enlaces. Ambos están presentes en pescados grasos y marisco.

a.       Factores de conversión

El AAL sirve como precursor de EPA y DHA. La investigación ha demostrado que la conversión del AAL en EPA y DHA es escasa en las personas: la conversión del AAL en EPA es del 5-10%, aproximadamente, y en DHA es incluso menor (<3%). El estado de salud y otros factores nutricionales parecen influir en las tasas de conversión. También hay variantes genéticas en la conversión y estudios recientes apuntan a posibles diferencias en las tasas de conversión  entre vegetarianos y carnívoros. Las personas con trastornos mentales a menudo presentan alteraciones de la ingesta nutricional o los hábitos alimenticios. La mayoría de los expertos en nutrición y salud mental no recomiendan confiar en el AAL como fuente de EPA o DHA.

b.      Ácidos grasos omega-3, omega-6 y salud mental

El EPA funciona en equilibrio con el ácido araquidónico (ARA), un ácido graso omega-6 de 20 carbonos con 4 dobles enlaces. ARA y EPA son eicosanoides, es decir, precursores de prostaglandinas, tromboxanos y leucotrienos, que están implicados en la inflamación, vasoconstricción y múltiples regulaciones metabólicas. Aunque los mecanismos específicos no están claros, la investigación clínica ha demostrado la importancia de una ingesta suficiente de EPA para la salud mental general y, en concreto, para el soporte nutricional en problemas como depresión, ideas de suicidio y homicidio. En general, el EPA funciona mejor cuando se ingiere junto al DHA. También están presentes juntos de forma natural en los alimentos.
El DHA es el preferido y almacenado selectivamente por las células del cerebro y nervios. De forma similar al EPA, el DHA participa en la regulación metabólica. El crecimiento, desarrollo y la maduración cerebrales normales requieren DHA. También está implicado en la neurotransmisión (comunicación entre células cerebrales), mensajes mediante lípidos, expresión genética y síntesis de membranas celulares. El DHA también proporciona elementos estructurales vitales: está concentrado en los fosfolípidos de las membranas celulares del encéfalo.

c.       Primacía de la dieta

Auqneu pescados grasos de aguas profundas, como salmón y atún, contienen más EPA y DHA por ración, todos los pescados y mariscos contienen omega-3 en cantidades variables. Las sardinas, por ejemplo, son una opción excelente. La inclusión de pescado en la dieta tiene más beneficios: el pescado aporta proteínas magras y oligoelementos minerales, y puede reemplazar a otros alimentos menos nutritivos. Sin embargo, el pescado blanco utilizado en los filetes de pescado procesados tiene menos omega-3 y, si además se empana y fríe, la contribución calórica de los omega-3 puede ser menor.

d.      Gestación y lactancia

Los expertos recomiendan que las mujeres embarazadas consuman como mínimo 200-300 mg de DHA durante la gestación para un correcto desarrollo del bebé.
Hasta el 10% de las mujeres gestantes sufren depresión, y la búsqueda de alternativas a los fármacos genera un interés considerable. Se han realizado varios estudios piloto con EPA y DHA de aceite de pescado en mujeres embarazadas deprimidas y mujeres con depresión posparto. Un estudio de intervalos de dosis encontró mejorías medibles en mujeres que consumían sólo 500 mg de DHA y EPA combinados. Los expertos también han indicado recientemente que quizás sea necesaria una ingesta diaria de 900 mg de DHA durante la gestación para cubrir las necesidades de madre e hijo. Un estudio de referencia que siguió a más de 9000 gestantes y a sus hijos durante 8 años describió menor cociente intelectual y desarrollo social en los hijos de aquellas mujeres que consumían menos de 340 g de pescado a la semana durante la gestación. En otras palabras, los hijos de aquellas mujeres que consumían pescado dos o más veces por semana salían mejor parados mental y emocionalmente durante la infancia.

e.      Niños

La depresión está aumentando en niños. Los escasos estudios clínicos realizados en niños con depresión han mostrado beneficios significativos de los suplementos de aceite de pescado con EPA y DHA. Al mismo tiempo, los pocos estudios que miden el consumo de EPA y DHA en niños describen ingestas escasas, de promedio.

f.        Adultos

Según la OMS, la depresión mayor es la primera causa de discapacidad en el mundo. La depresión es un problema de salud mental. Investigaciones epidemiológicas has identificado asociaciones entre menor consumo de pescado y marisco y mayores tasas de depresión en todo el mundo (en el siguiente gráfico se pueden ver los datos). 



Se han realizado docenas de estudios clínicos con suplementos de EPA y DHA para la depresión, y sus resultados han sido variables, aunque generalmente positivos. Incluso, se han asociado mayores tasas de homicidios con menor consumo de pescado y marisco. Este hallazgo suscitó un artículo en New York Times titulado “¿Comer salmón disminuye los asesinatos?” Cuando se administraron los omega-3 EPA y DHA, junto con multivitaminas, a prisioneros, las conductas antisociales, violencia incluida, se redujeron significativamente, comparados con aquellos que recibieron placebo. En otro estudio, en adolescentes que habían intentado suicidarse anteriormente realizaron menos intentos de suicidio cuando se les administró EPA y DHA.

g.       Personas mayores

Los ácido grasos omega-3 también se consideran importantes para el mantenimiento de las funciones cognitivas en el envejecimiento. Las investigaciones indican que las personas que consumen más pescado y marisco a lo largo de su vida tienen mejor funcionamiento cognitivo cuando envejecen. Concentraciones sanguíneas más altas de DHA se han asociado con mejor funcionamiento cognitivo en adultos de mediana edad. Algunos estudios han demostrado que el consumo de pescado o suplementos de EPA y DHA con omega-3 mejora la cognición (por ejemplo, retrasa el deterioro cognitivo) y el inicio de la demencia, pero no todos los estudios logran resultados positivos y siguen quedando dudas, como la influencia genética en los factores de riesgo del inicio de las dificultades cognitivas. Los investigadores se preguntam si los omega-3 EPA y DHA tienen mayores efectos en la prevención o en la intervención en salud mental.



B.      Vitamina D

La vitamina D afecta a ciertos genes en el organismo humano y está reconocida como un nutriente importante para la salud cerebral, además de la salud ósea y esquelética. Investigaciones clínicas han asociado la deficiencia de vitamina D con presencia de trastornos afectivos, ciertos aspectos de trastornos cognitivos y también aumento del riesgo de depresión mayor y menor en personas mayores.

C.      Vitaminas del complejo B

Las vitaminas del complejo B son conocidas por su efecto sobre la salud neurológica y cerebral, y es importante que las personas con trastornos psiquiátricos consuman una cantidad suficiente. Estudios recientes con personas han identificado alteraciones genéticas que afectan a la producción y función de serotonina, dopamina y otros neurotransmisores.

D.      Sustancias fitoquímicas

Investigaciones recientes indican que los alimentos de origen vegetal ricos en sustancias químicas bioactivas, las sustancias fitoquímicas, son importantes colaboradores nutricionales y bioquímicos para el funcionamiento cerebral normal y la salud mental. Alimentos como bayas, cítricos, té verde y algunas especias contienen sustancias fitoquímicas, así como vitaminas y minerales esenciales. Las sustancias fitoquímicas más prometedoras son tres subgrupos de los flavonoides: flavanoles, antocianinas y flavanonas. Estas sustancias fitoquímicas tienen actividad antioxidante, pero su función más importante podría ser la protección y el mantenimiento de la estructura y el metabolismo de las células cerebrales mediante una compleja cascada de mecanismos celulares, incluidos señales, transcripción, fosforilación y expresión génica.




Hay indicios de que otros alimentos de origen vegetal tienen efectos nutricionales y posiblemente también farmacológicos sobre el cerebro, pero aún no se han dilucidado los mecanismos. Estos alimentos parecen influir en la salud cerebral gracias a efectos antioxidantes, inflamatorios y nutrigenómicos, y podrían existir más mecanismos. Ejemplos de estos alimentos son cebolla, jengibre, cúrcuma, orégano, salvia, romero y ajo. Esta es un área de investigación muy atrayente en el siglo XXI. 

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